En el estudio de las palabras por separado, la cuestión más importante no es la de su significado etimológico, ni siquiera la de los diversos significados adquiridos gradualmente. El punto esencial es su significado particular en relación con el pasaje en que ocurren. El intérprete debe determinar si las palabras son usadas allí en su significado general o particular, y si son empleadas en forma literal o figurada. El estudio del uso figurado de las palabras queda para otro párrafo. En el estudio de las palabras en conexión con el pasaje en que ocurren, el intérprete debe proceder bajo los siguientes principios: 1. «EL LENGUAJE DE LA ESCRITURA DEBE SER INTERPRETADO SEGÚN SU SIGNIFICADO GRAMATICAL, Y EL SIGNIFICADO DE CUALQUIER EXPRESIÓN, PROPOSICIÓN O DECLARACIÓN, HA DE SER DETERMINADO POR LAS PALABRAS QUE EN ELLA SE EMPLEAN». En última instancia, el sólido fundamento de nuestra teología se basa solamente en el significado gramatical de la Sagrada Escritura. El conocimiento teológico será falso en proporción con su desviación del significado sencillo de la Biblia. Aunque esta regla es perfectamente evidente, es, sin embargo, violada constantemente por aquellos que permiten que sus ideas preconcebidas dominen la interpretación de la Biblia. Por medio de forzada exégesis procuran poner el significado de la Escritura de acuerdo con sus teorías u opiniones favoritas. Los racionalistas se oponen abiertamente a ello cuando afirman que la historia de la caída es un mito; y los milenarios hacen lo mismo cuando pretenden encontrar en 1 Tesalonicenses 4:16, la prueba de una doble resurrección. El intérprete debe guardarse cuidadosamente contra este error y mantenerse concienzudamente sobre el terreno del significado sencillo de las palabras. 2. UNA PALABRA SOLAMENTE PUEDE TENER UN SIGNIFICADO FIJO EN CONEXIÓN CON EL PASAJE EN QUE OCURRE. Esto puede parecer tan evidente que no necesitamos ni mencionarlo; pero la experiencia nos enseña que vale la pena llamar la atención a este asunto. El deseo de pretender ser original y profundo, y de sorprender a la gente sencilla con exposiciones fantásticas, nunca oídas, sirve de tentación a los intérpretes para perder de vista esta simple regla de interpretación. Sucede con frecuencia que no importa en qué pasaje pudiera aparecer una palabra, igual se le atribuye todos los significados que pudiese tener en lo abstracto. Tal modo de proceder debe ser juzgado como puramente arbitrario. Su peligro e insensatez puede ilustrarse en unos pocos ejemplos. Ejercicio: Investíguese el uso de los siguientes sinónimos: a Antiguo Testamento:הָעדֵyהלָק ,ָLevítico 4:13;טּאתָח,ַעוֹןָyשׁעַפּ ,ֶSalmo 32:5; דּלַyביוֹןְא ,ֶProverbios 14:31;ברֶֶגּyםָאָד ,Jeremías 17:5. b Nuevo Testamento:δέησις,προσευχήy εὐχαριστία, 1 Timoteo 2:1;χάριςy ἔλεος, 2 Timoteo 1:2;σοφίαyφρόνησις, Efesios 1:8;μορφήyσχῆμα, Filipenses 2:7; μόχθοςyκόπος, 1 Tesalonicenses 2:9. 7 Usus loquendi = uso del habla, es decir, el uso común. 8 Muenscher, Manual of Biblical Interpretation, p. 107. La palabra griega sarks puede significar: (a) la parte sólida del cuerpo, excepto los huesos (1 Co. 15:39; Lc. 24:39); (b) toda la sustancia del cuerpo, cuando es sinónima de soma (Hch. 2:26; Ef. 2:15; 5:29); (c) la naturaleza animal o sensual del hombre (Jn. 1:13; 1 Co. 10:18); y (d) la naturaleza humana dominada por el pecado, aquella que es sede y medio de los deseos pecaminosos (Ro. 7:25; 8:4–9; Gá. 5:16, 17). Si un intérprete atribuyera todos estos significados a la palabra sarks que se encuentra en Juan 6:53, atribuiría, en un significado ético, pecado a Cristo, a quien la Biblia nos lo presenta carente de pecado. La palabra hebrea nakar significa: (a) no saber, ser ignorante; (b) mirar alguna cosa como extraña o poco conocida; y (c) saber, o estar familiarizado con alguna cosa. Los significados primero y tercero son opuestos. De ahí resulta perfectamente claro que si un expositor tratara de combinar estos diversos significados en la interpretación de un mismo pasaje, como Génesis 42:8, se perdería el contraste que dicho texto contiene, y el resultado de tal interpretación sería el más absoluto absurdo. Este método de interpretación fue adoptado por Coccejus, quien defendió el principio de que todos los significados posibles de una palabra de la Biblia tienen que unirse y ser tenidos en cuenta en la interpretación de cualquier pasaje. Pero el intérprete debe guardarse de tan arbitrario proceder. 3. CASOS EN LOS QUE VARIOS SIGNIFICADOS DE UNA PALABRA SE UNEN Y PRODUCEN UN SIGNIFICADO MÁS PLENO, SIN CONTRADECIR LA REGLA PRECEDENTE. a. Algunas veces una palabra se usa en su significado más amplio, de tal modo que incluye sus significados especiales, aunque estos no se enfaticen. Cuando en Juan 20:21, Jesús les dijo a sus discípulos: «Paz a vosotros», quiso decir paz en el significado más amplio de la palabra, es decir, paz con Dios, paz con la conciencia, paz los unos con los otros, etc. Y cuando en el capítulo 53:4, Isaías dijo: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades», sin duda alguna se quiso referir a las enfermedades espirituales de las que el Siervo del Señor libra a su pueblo. Pero en Mateo 8:17 se nos dice que esta palabra fue cumplida en el ministerio de sanidad de Cristo. La frase de Isaías significa, por tanto, no sólo que el Siervo del Señor libró a su pueblo de los males espirituales, sino también de sus consecuencias físicas. b. Hay también casos en que el significado especial de una palabra incluye otro, sin hallarse en conflicto con el propósito y relación del pasaje en el cual se encuentra. Bajo tales circunstancias, es perfectamente legítimo unir los dos significados. Cuando Juan el Bautista dice: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», emplea una palabra (airo) que significa: (1) tomar, recoger, y (2) quitar. En este pasaje predomina claramente este último significado; pero naturalmente incluye también el otro. Jesús no hubiera podido quitar nuestro pecado, sin haberlo él mismo recogido. c. Ocasionalmente, un autor emplea una palabra atestada de significado, tratando de indicar mucho más de lo que realmente expresa. Esto ocurre especialmente en la sinécdoque, cuando la parte es puesta por el todo. Así, cuando el Salvador les enseña a sus discípulos a orar, diciendo: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», la palabra pan, sin duda, significa todas las necesidades de la vida en general. Y cuando la Ley dice: «No matarás», prohíbe, según la interpretación de Jesús, no simplemente el asesinato, sino el odio y el rencor. El intérprete debe tener cuidado, sin embargo, en no combinar varios significados de una palabra de un modo arbitrario. Puede haber casos en que dos o más significados de una palabra aparentemente encajan bien en un pasaje, viéndose tentado a tomar el camino fácil de combinarlos. Pero esto no sería buena exégesis. Muenscher sostiene que, en tales casos, se debe preferir el significado más amplio y variado. Es mejor, sin embargo, no llegar a ninguna conclusión hasta que un estudio más completo garantice la mejor elección. 4. SI UNA PALABRA SE USA EN EL MISMO PASAJE MÁS DE UNA VEZ, ES NATURAL SUPONER QUE TENGA EL MISMO SIGNIFICADO EN TODO EL PASAJE. Normalmente, el autor no usará una palabra con dos o tres significados distintos dentro de un mismo pasaje. Esto generaría confusión. Sin embargo, hay unas pocas excepciones a esta regla. En unos pocos pasajes, ciertas palabras se repiten con un cambio de significado; pero dichos casos son tan poco comunes que apenas existe el peligro de interpretarlos mal. El carácter del contexto hace suficientemente claro que la palabra no tiene el mismo significado en ambos casos. Los siguientes ejemplos bastarán para ilustrar esta regla: Mateo 8:22: «Deja que los muertos entierren a sus muertos»; Romanos 9:6: «Pues no todos los de Israel son Israel» (traducción literal); 2 Corintios 5:21: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él».
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Junio 2021
Categorías
Todo
|