El estilo de la Escritura se discute aquí tan sólo de un modo muy general, y desde el punto de vista exegético más bien que literario. Solamente indicamos aquellas peculiaridades que tienen algo que ver con la interpretación de la Biblia, y que son más o menos únicas. 1. SIMPLICIDAD DEL ESTILO DE LA ESCRITURA. Tanto los eruditos creyentes como incrédulos, han comentado a menudo sobre la simplicidad de la Biblia. Los más elevados asuntos son tratados allí de una forma tan profunda como simple, siendo el resultado inmediato una perfecta visión de la verdad. La simplicidad de estilo es característica de la lengua hebrea y en cierta medida también de la griega del Nuevo Testamento. Observemos lo siguiente: a. En la lengua hebrea, casi todas las raíces consisten en tres radicales. Hay sólo dos tiempos en los verbos: el perfecto y el imperfecto; y sólo dos géneros:
masculino y femenino, desconociéndose el neutro. Los verbos y nombres compuestos son muy pocos y casi todas las oraciones son coordinadas. b. La relación entre las distintas oraciones está indicada en muchos casos por una simple cópula vav (y) en lugares donde la conexión lógica requeriría una conjunción más específica. Puede ser explicativa («por tanto»), Amos 3:11; 4:10; adversativa («mas» o «aunque»), Jue. 16:15, Sal. 28:3; inferente («entonces», «así que», «por lo tanto»), Ez. 8:18; causal («porque» o «debido a»), Sal. 5:12; y final («a fin de que»), principalmente en oraciones cohortativas y yusivas. En el Nuevo Testamento kaise usa a menudo en todos estos sentidos. c. El frecuente uso de las hendíadis, en las cuales dos palabras conectadas por una conjunción expresan la misma idea, como si se tratara de una sola palabra acompañada de algún calificativo, p. ej., «y sirvan de señales para las estaciones, para días y años» (Gn. 1:14); «una ciudad que es madre en Israel» (2 S. 20:19); «de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga» (Hch. 23:6). d. Hallamos a menudo un discurso directo donde debería esperarse el indirecto. Véanse ejemplos en los siguientes lugares: 2 S. 13:32; Is. 3:6; Jer. 3:16; Sal. 2:3; Mat. 1:20, 23; 2:3, 5. (Como indicación de la simplicidad del griego del Nuevo Testamento, véase más abajo, punto 5.) 2. EL ESTILO VÍVIDO DE LA ESCRITURA. La cultura del Cercano Oriente se expresa por lo general de manera muy vívida. Los autores de la Biblia no escapan de esta realidad cultural. Matizan en distintas formas la revelación divina que llega por medio de ellos. a. Revelan una tendencia resuelta a representar verdades abstractas en formas concretas. Cualidades espirituales son a menudo descritas bajo la figura de aquellas partes del cuerpo que pueden simbolizarlas. Por consiguiente, se representan el poder y la ira de Dios por medio de la imagen de su brazo y nariz, respectivamente; y se relaciona la expresión de su benevolencia o desaprobación con la figura de hacer resplandecer o bien ocultar su rostro.(Véase Sal. 89:13; 18:8; 4:6; 44:24.) Es probable que a veces la representación del pecado se personifique en el pecador. b. Perciben la naturaleza que les rodea como dotada de vida, y en consecuencia la personifican repetidamente. Las cosas inanimadas son representadas como masculinas o femeninas, y el género depende generalmente de las cualidades que revela. Se le atribuye a toda la creación inteligencia y voluntad, emociones y deseos. Ejemplos de tales descripciones animadas de la naturaleza inerte se pueden encontrar en Sal. 19:2–3; 96:12; 98:8; Is. 55:12; y Ro. 8:19–22. c. Los historiadores bíblicos no narran simplemente, sino que pintan la historia. Hacen pasar los hechos ante los ojos del lector como en una vista panorámica. Por ello, usan con frecuencia la palabra: «He aquí». Es muy probable que esto explique el uso del imperfecto hebreo con un vav conversivo, en narraciones continuadas que empezaron con un perfecto. La cultura del Cercano Oriente prefería representar las acciones, no como completas en el pasado, sino como en proceso de cumplimiento, como realizándose en el presente. En el Nuevo Testamento se encuentran varios ejemplos de esto en el uso extensivo del presente. d. Algunas expresiones redundantes contribuyen al estilo vívido de la Escritura. Por ejemplo: «Abrió su boca y habló»; «alzó sus ojos y vio»; «alzó su voz y lloró»; «inclina tu oído y oye». 3. EL AMPLIO USO DEL LENGUAJE FIGURADO. Esto se debe en parte a la incapacidad de describir cosas espirituales o celestiales en lenguaje literal, y en parte por la preferencia oriental por las representaciones pictóricas y plásticas; y también en parte por el deseo de variedad y belleza literaria. Puesto que tendremos que tratar más adelante del lenguaje figurado de la Biblia, dejaremos este tema de momento. 4. EL DISTINTIVO PARALELISMO DE ORACIONES, QUE CARACTERIZA GRAN PARTE DE LA POESÍA Y PARTE DE LA PROSA BÍBLICA. El obispo Lowth fuel el primero en usar la expresión parallelismus membrorum para describir esta peculiar característica del lenguaje bíblico, de que «en dos líneas o miembros del mismo período, por lo general cosas corresponden a cosas y palabras a palabras». Esta forma poética se encuentra particularmente en los salmos, pero también en otros escritos poéticos y de prosa. El obispo Lowth distingue tres clases de paralelismo, y el doctor Jebb añadió una cuarta. Las ofrecemos a continuación: a. Paralelismo sinónimo, cuando la misma idea se repite en diferentes palabras. Estas pueden ser similares(Sal. 24:2; Job 6:5) o idénticas (Pr. 6:2; Sal. 93:3). b. Paralelismo antitético, cuando el segundo miembro de una línea o versículo expresa el lado opuesto del mismo pensamiento. Esta forma se encuentra especialmente en el libro de los Proverbios. Puede ser simple (Pr. 14:34; Sal. 30:6) o bien compuesto (Is. 1:3, 19 y 20). c. Paralelismo sintético, al que se da también el nombre de constructivo y epitético. La segunda frase añade algo nuevo a la primera, o la explica. El paralelismo puede ser correspondiente, cuando la primera línea corresponde con la tercera, y la segunda con la cuarta (Sal. 27:1; 35:26 y 27), o acumulativo, cuando existe una acumulación de ideas sucesivas que conducen algunas veces a un clímax. (Sal. 1:1–2; Is. 55:6 y 7; Heb. 3:17). d. Paralelismo invertido o quiástico, el cual se define como un paralelismo construido en orden inverso, cuyos hemistiquios se ubican en forma de quiasmo. (Véase Pr. 23:15–16; 10:4 y 5; 13:24). 5. ASPECTOS CARACTERÍSTICOS DEL LENGUAJE DEL NUEVO TESTAMENTO. Por último, el lenguaje del Nuevo Testamento tiene ciertas características. No es el griego puro del período clásico, sino el griego helénico, a menudo llamado koinēo lenguaje común. Por mucho tiempo se sostuvo la idea de que el lenguaje del Nuevo Testamento había sido fuertemente influenciado por el griego de la Septuaginta, y por medio de ésta, por el hebreo y arameo. El predominio de esta postura fue desafiado por eruditos como Deismann, Moulton y Milligan, Robertson y Goodspeed. Bajo su influencia prevaleció por un tiempo la opinión de que el griego del Nuevo Testamento contiene apenas algún verdadero hebraísmo. Hoy, sin embargo, el péndulo se inclina hacia otra dirección. Debido a las investigaciones de C. C. Torrey y su escuela, prevalece de nuevo el primer punto de vista que reconocía una fuerte influencia del arameo en el griego koinēdel Nuevo Testamento. La cuestión todavía no está resuelta definitivamente y, por tanto, no puede hablarse con seguridad de los varios factores que moldearon el lenguaje del Nuevo Testamento. Preguntas de repaso 1. ¿En qué difiere el estilo de los libros históricos del de los proféticos y poéticos? 2. ¿Qué diferencias características hay entre el estilo de Marcos y el de Lucas? 3. ¿Por qué se llama hebraísta al estilo de Juan? 4. ¿Qué contrastes característicos hay en los escritos de Juan? 5. ¿Qué contrastes se encuentran en las epístolas de Pablo?
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