1. TROPOS PRINCIPALES USADOS EN LA SAGRADA ESCRITURA.
En la presente sección no nos referimos a figuras de sintaxis o de pensamiento, sino a aquellas figuras de expresión que comúnmente se denominan «tropos», en las que una palabra o expresión es usada con un sentido distinto del que le corresponde. Se basan en el parecido que tengan o en alguna relación específica. Los principales «tropos» son: la metáfora, la metonimia y la sinécdoque.
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Aquí surge la cuestión
¿Cómo un intérprete puede descubrir mejor el significado de una palabra en un pasaje dado? Puede pensarse que el modo más efectivo es consultando un diccionario o un buen comentario, y en muchos casos esto puede ser suficiente; pero en otros puede ser necesario que el expositor juzgue por sí mismo. En el estudio de las palabras por separado, la cuestión más importante no es la de su significado etimológico, ni siquiera la de los diversos significados adquiridos gradualmente. El punto esencial es su significado particular en relación con el pasaje en que ocurren. El intérprete debe determinar si las palabras son usadas allí en su significado general o particular, y si son empleadas en forma literal o figurada.
A. El significado de cada palabra La Biblia fue escrita en lenguaje humano y, por tanto, debe ante todo ser interpretada gramaticalmente.
En el estudio del texto el intérprete puede proceder de dos maneras. Puede empezar por la oración gramatical como un todo, por la expresión del pensamiento del escritor como una unidad, y entonces descender a los detalles, a la interpretación de conceptos y palabras separadas. O bien puede empezar con estas últimas, y gradualmente ascender a la consideración del argumento o pensamiento como un todo. Desde un punto de vista puramente lógico y psicológico es preferible el primer método. la relación del intérprete con el objeto de su estudio. A diferencia de la Iglesia de Roma, las iglesias de la Reforma, aceptaron el importante principio de que cada individuo tiene el derecho de investigar e interpretar por sí mismo la Palabra de Dios.
Es verdad que también mantuvieron que a la iglesia, en virtud de su potestas doctrinales, le ha sido confiada la importante tarea de preservar, interpretar y defender la Palabra de Dios, para cuya suprema tarea ha sido capacitada por el Espíritu Santo; pero repudiaron la idea de que toda interpretación eclesiástica es, por sí misma, infalible y obligatoria para las conciencias. El estilo de la Escritura se discute aquí tan sólo de un modo muy general, y desde el punto de vista exegético más bien que literario. Solamente indicamos aquellas peculiaridades que tienen algo que ver con la interpretación de la Biblia, y que son más o menos únicas.
1. SIMPLICIDAD DEL ESTILO DE LA ESCRITURA. Tanto los eruditos creyentes como incrédulos, han comentado a menudo sobre la simplicidad de la Biblia. Los más elevados asuntos son tratados allí de una forma tan profunda como simple, siendo el resultado inmediato una perfecta visión de la verdad. La simplicidad de estilo es característica de la lengua hebrea y en cierta medida también de la griega del Nuevo Testamento. Observemos lo siguiente: 1. LOS DIVERSOS LIBROS DE LA BIBLIA CONSTITUYEN UNA UNIDAD ORGÁNICA. Debemos hacer énfasis aquí en la palabra «orgánica». Esto significa que tal unidad no es simplemente mecánica, como si consistiera en diversas partes preparadas con vistas a su mutua relación (como las partes de un reloj), las cuales fueron en última instancia recolectadas en un volumen. No debemos comparar la Biblia a una catedral construida según los planos específicos de un arquitecto, sino a un árbol corpulento, producto de un crecimiento progresivo. La Biblia no fue hecha, sino que creció; y la composición de sus diversos libros marca los peldaños de su desarrollo progresivo. |
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