A. El significado de cada palabra La Biblia fue escrita en lenguaje humano y, por tanto, debe ante todo ser interpretada gramaticalmente. En el estudio del texto el intérprete puede proceder de dos maneras. Puede empezar por la oración gramatical como un todo, por la expresión del pensamiento del escritor como una unidad, y entonces descender a los detalles, a la interpretación de conceptos y palabras separadas. O bien puede empezar con estas últimas, y gradualmente ascender a la consideración del argumento o pensamiento como un todo. Desde un punto de vista puramente lógico y psicológico es preferible el primer método. 1 Pero, por razones prácticas es aconsejable empezar la interpretación de literatura extranjera con un estudio de las palabras por separado, así que seguiremos este orden en nuestra exposición. Tres cosas son dignas de ser consideradas aquí: 1. LA ETIMOLOGÍA DE LAS PALABRAS. El significado etimológico de las palabras merece primera atención; no por ser lo más importante para el exégeta, sino porque procede, lógicamente, a todos los otros significados. Como regla, no es aconsejable que el intérprete se extienda mucho en investigaciones etimológicas. Este trabajo es muy difícil y puede ser dejado a los especialistas. Además, el significado etimológico de una palabra no siempre da luz sobre su significado en el presente. Al mismo tiempo, es aconsejable que el expositor de la Sagrada Escritura tenga en cuenta la etimología establecida de una palabra, ya que ello puede, en algunos casos, ayudar a determinar su significado real, o iluminarlo de modo sorprendente. Pensemos, por ejemplo, en las palabras hebreas kofer, kippurim, y kapporet, las que traducidas significan respectivamente: «rescate», «redenciones» y «expiaciones» o «propiciatorio». Todas ellas se derivan de la raíz kafar, que significa «cubrir», y contienen la idea de redención o expiación cubriendo la falta cometida. La sangre redentora de Cristo cubre al pecado o al pecador, lo cual era tipificado por la sangre de los sacrificios del Antiguo Testamento. O tomemos, del Nuevo Testamento, la palabra ekklesia, derivada de ek- y kalein. La palabra designa a la iglesia, tanto en la Septuaginta como en el Nuevo Testamento, y señala al hecho de que ella consiste en un pueblo que ha sido «convocado de entre», es decir, de entre el mundo para que le rinda una devoción especial a Dios.2 1 Véase Woltjer, Het Woord, zijn Oorsprong en Uitlegging, p. 59. 2 En la edición inglesa, después de este párrafo, el autor ofrece un ejercicio de investigación etimológica. Hemos incluido una adaptación de dicho ejercicio para propósitos de referencia. Ejercicio: Búsquese el significado original de las siguientes palabras: 2. EL USO CORRIENTE DE LAS PALABRAS. El significado corriente de una palabra es mucho más importante para el intérprete que su significado etimológico. A fin de interpretar la Biblia correctamente, se debe estar familiarizado con los significados que las palabras adquieren en el curso del tiempo, y con el significado en el cual las usan los autores bíblicos. Es muy importante entender este punto. Podría pensarse que se puede lograr fácilmente esto consultando algún buen diccionario lexicográfico, el cual ofrecería, por lo general, tanto el significado original como los significados derivados de las palabras, y generalmente señalaría el significado de su uso en cada pasaje determinado. Para la mayoría de casos, consultar un diccionario lexicográfico nos ofrecería información perfectamente verídica. Al mismo tiempo, se debe tener presente que no podemos confiar con absoluta certeza en dichos diccionarios, especialmente cuando tratan con detalles particulares. Estos diccionarios ofrecen simplemente los resultados de las labores exegéticas de varios intérpretes con opiniones dispares que el lexicógrafo tuvo que evaluar y decidir al respecto. Es muy posible, y en algunos casos perfectamente evidente, que la elección de significado haya sido determinada por los prejuicios dogmáticos del autor. Tregelles nos advierte acerca de este peligro en el preámbulo de la segunda edición de su Gesenius:3 «De aquí se desprende la peculiar importancia mencionada anteriormente, de prestar la debida atención a la filología hebrea. Un conocimiento real del lenguaje, o por lo menos la habilidad de usar de un modo propio las obras de escritores competentes, mostrará a menudo que la aserción dogmática de que el significado de una palabra u oración en hebreo debe ser algo muy especial, no es más que un petitio principii4 inventado en favor de ciertas conclusiones a las que se quiere llegar. Pero cualquier erudito competente podrá ver, no sólo que tal significado extraño no es necesario, sino que a veces es inadmisible, a menos que se nos permita recurrir a conjeturas muy arbitrarias.… La manera en que algunos han introducido dificultades en la cátedra de filología hebrea, ha sido asignando nuevos y extraños significados a palabras hebreas, afirmando que tales significados deben ser los correctos en determinados pasajes (y en ningún otro lugar); limitando el significado de una raíz o palabra, para así dar a entender que existe algún error por parte de los autores sagrados». Si el intérprete tiene alguna razón para dudar del significado de una palabra, tal como aparece en el diccionario lexicográfico, tendrá que investigar por sí mismo. Tales trabajos son sin duda muy fructuosos, pero en extremo difíciles, por causa de que: (a) Algunas palabras tienen varios significados, algunos literales y otros figurados; (b) El estudio de palabras análogas en otras lenguas requiere cuidadosa distinción, y no siempre nos ayuda a fijar el significado exacto de una palabra, ya que las palabras correspondientes en otras lenguas no siempre tienen exactamente el mismo significado original y derivado; (c) En el estudio de las palabras del Nuevo Testamento es imperativo tener en cuenta, no solamente el koinēescrito, sino también el koinēhablado; (d) No siempre es seguro determinar qué significado tiene una palabra en el Nuevo Testamento, deduciendo su significado del a Del hebreo: טאָח)ָpecar);בהָאָ)estar dispuesto);דּיקִצ)ַpersona justa o piadosa);הלָק)ָasamblea, congregación);הָעד)ֵcongregación, asamblea). b Del griego:κληρονομία;μακροθυμία;εὐτραπελία;σπερμολόγος. 3 Véase S. P. Tregelles, Gesenius’ Hebrew and Chaldee Lexicon to the Old Testament Scriptures (1857), p. viii. 4 Petitio principii = falacia o sofisma. Por ejemplo: «Querido amigo, el hombre que haya estudiado leyes exhaustivamente, es un abogado genial; porque todo abogado genial ha estudiado leyes exhaustivamente» (Oscar Wilde, De Profundis). griego clásico, ya que el cristianismo ha impuesto, en muchos casos, un nuevo significado a tales palabras. Además, es precario asumir que una palabra tiene siempre el mismo significado en la Sagrada Escritura. Dios se ha revelado a nosotros y nos ha «hablado muchas veces y de muchas maneras». Su revelación fue progresiva, y puede haber enriquecido el significado de las palabras en el curso de su desarrollo. Pero no importa cuán difícil pueda ser esta tarea, no debe disuadir al intérprete. De ser necesario, debe realizar por sí mismo un estudio completo de la palabra, y la única manera para hacerlo es por el método inductivo. Será de su incumbencia; (a) buscar con la ayuda de una concordancia hebrea o griega los lugares en que se menciona tal palabra; (b) determinar el significado de la palabra en relación con cada uno de los pasajes en que ocurre, y (c) hacer esto por medio de ayuda interna más bien que externa. Los diversos significados de una palabra irán apareciendo poco a poco, a medida que avanzamos en nuestro estudio. El intérprete debe precaverse, sin embargo, de formular conclusiones precipitadas, y nunca debería basar su inducción en una sola parte del material que existe al respecto. Tal estudio inductivo puede capacitarle para: (a) determinar si el significado dado por un determinado diccionario lexicográfico es correcto o incorrecto; (b) tener certeza respecto a algún significado que el diccionario señala como dudoso; y (c) descubrir un significado que no se había atribuido antes a tal palabra. Las denominadas hapax legomena 5 constituye una dificultad especial. Puede ser de dos clases: (a) absoluta, cuando una palabra se encuentra sólo una vez en toda la literatura conocida; y (b) relativa, cuando se encuentra una sola vez en la Biblia. La primera es particularmente difícil para el intérprete. El origen de tales palabras se pierde a menudo en la oscuridad y su significado sólo puede ser determinado de un modo aproximado por el contexto en que ocurre y por la analogía de palabras semejantes en la misma u otras lenguas. Véase, por ejemplo, la palabra epiousios en Mateo 6:11 y Lucas 11:3, y pistikos en Marcos 14:3 y Juan 12:3. 3. EL USO DE PALABRAS SINÓNIMAS. Todo lenguaje contiene sinónimos y antónimos. Las palabras sinónimas son las que tienen el mismo significado o bien concuerdan en uno o más de sus significados, aunque difieran en otros. A menudo concuerdan en su significado fundamental, pero dan expresión a diferentes aspectos del mismo. El uso de los sinónimos sirve para embellecer el lenguaje, ya que permite al autor variar sus expresiones. Además, enriquece el lenguaje permitiendo expresar de un modo más minucioso los diversos matices y aspectos de cualquier idea. Las lenguas en que fue escrita la Biblia son ricas en sinónimos y en expresiones sinónimas. Es lamentable que en las traducciones, éstas no hayan podido ser retenidas. En algunos casos era totalmente imposible, pero en otros podía hacerse. Pero aun cuando algunas de las diferencias más sutiles se pierdan en la traducción, el intérprete jamás debe perderlas de vista. Debe más bien estar atento a todas las ideas relacionadas que la Biblia contiene, y ser ágil para advertir lo que tienen en común y aquello en que difieren. Éste es el sine qua non de un conocimiento eficaz y entendido de la revelación bíblica. Para ello se deben aprovechar las obras de referencia disponibles en español. Pero estas obras no son exhaustivas, y existe la posibilidad de que sus distinciones no convenzan al intérprete. En tales 5Hapax legomena = término griego, formado por el adverbio «una vez» y el participio pasivo de «decir» o «contar». Hapax legomena es plural de hapax legomenon, es decir, palabra que aparece una sola vez en el conjunto total de escritos de alguna lengua determinada. casos tendrá que hacer un estudio inductivo por sí mismo, lo cual es extremadamente difícil. En el prefacio a la octava edición de su obra, Trench nos da algunas valiosas indicaciones sobre el modo de proceder en tal investigación. Algunos ejemplos nos ilustran la importancia de distinguir cuidadosamente el significado exacto de las palabras sinónimas. En Isaías 53:2 se usan tres palabras para expresar la ausencia de gloria externa en la vida del siervo del Señor. Allí leemos: «no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos» (RV60). La primera palabra (to’ar) significa «forma», con la idea adicional de belleza; y, por lo tanto, se refiere a la belleza corporal. Compárese 1 Samuel 16:18. La segunda (hadar) se refiere a un adorno, y aplicada a Dios nos describe su majestad. Más que a una forma física, la palabra señala la manera en que el Señor aparecería entre los hombres, esto es, en un estado de humillación. Y la tercera (mar’eh, de ra’ah, «ver»), se refiere algunas veces a una apariencia externa que es la expresión de (y, por tanto, se halla en armonía con) un ser interior esencial. El significado de esta profecía parece ser que el aspecto externo del Señor no sería tal como los judíos esperaban del Mesías. El Nuevo Testamento nos provee de un buen ejemplo en Juan 21:15–17. Cuando el Señor resucitado le preguntó al desanimado Pedro sobre su amor hacía él, empleó dos palabras: agapaōy fileō. Trench nos da la distinción entre ambas con las siguientes palabras: «La primera expresa un apego más razonable en cuanto a lo que se elige y selecciona, significando que el objeto elegido es digno de dicha consideración; o también, en el significado de que la persona es digna de tal aprecio, pues es un benefactor, o algo parecido. Mientras que la segunda, sin que con ello se le considere necesariamente como un apego irrazonable, da menos razón de sí misma, es más bien un afecto instintivo de los sentimientos o afectos naturales, e implica mayor pasión». La primera, basada sobre la admiración y el respeto, es un amor controlado por la voluntad y de carácter duradero; mientras que la última, basada en el afecto, es un amor impulsivo y susceptible a enfriarse fácilmente. Pues bien, cuando el Señor pregunta a Pedro: «¿Me amas?», usa la primera palabra agapaō. Pero Pedro no se atrevió a responder afirmativamente a la pregunta de que si amaba al Señor con un amor permanente, capaz de los mayores triunfos en los momentos de tentación. Así que al responder, empleó la palabra fileō. El Señor repite la pregunta y Pedro responde de la misma manera. Entonces el Salvador desciende al nivel de Pedro y en la tercera pregunta usa la segunda palabra, como si dudara aún del filein de Pedro. No es extraño que éste se entristeciera y apelara al conocimiento omnisciente del Señor. Estos ejemplos bastan para probar la gran importancia del estudio de los sinónimos. Aquí se abre un interesante campo de estudio al intérprete. Pero precisamente porque este estudio es tan fascinante, puede ser también peligroso. Las palabras sinónimas tienen un significado especial, a la vez que general, y el expositor no debería proceder sobre el principio de que, en todas partes donde se empleen tales palabras, se puede hacer énfasis sobre su significado distintivo; pues, si así lo hace, puede encontrarse enfrascado en toda clase de interpretaciones caprichosas e imaginarias. El contexto en que se halla la palabra, los predicados que se le atribuyen y los modificativos que se añaden, todo esto debe determinar si una palabra ha de ser entendida en su significado general o especial. Solamente en el caso de que dos o tres expresiones sinónimas se encuentren en el mismo pasaje, es razonable suponer que hay algún significado especial entre ellas que requiere atención.6 6 En la edición inglesa, después de este párrafo, el autor ofrece un ejercicio de investigación etimológica. Hemos incluido una adaptación de dicho ejercicio para propósitos de referencia.
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