meditaciones
IGLESIA Y FAMILIA
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Desde el capítulo nueve hemos estado tratando con la manera de preparar el corazón para la obra de la mortificación del pecado. En este capítulo final, concentraremos nuestra atención en la obra misma. Hay dos aspectos de esta obra: 1. La obra específica que el creyente es responsable de realizar. 2. La obra que solamente el Espíritu de Dios puede realizar. Primero, la obra específica que el creyente es responsable de realizar. Esta obra puede ser resumida como la fe del creyente en el poder y la autoridad de Cristo para matar su pecado. Para ser específico, la fe debe creer en la sangre de Cristo como el único remedio eficaz para las almas enfermas de pecado. Si usted ejerce constantemente su fe en este remedio eficaz, vivirá y morirá como un vencedor. Pero aún más que esto, por la providencia de Dios usted vivirá para ver sus deseos pecaminosos muertos (vencidos) a sus pies. 1. Algunas instrucciones para el ejercicio de esta fe: a. Una fe que confía en Cristo, proveerá todo lo necesario para mortificar sus deseos pecaminosos. Enfoque su fe sobre esta verdad maravillosa y medite sobre ella continuamente. Por una parte, es cierto que en su propia fortaleza usted nunca conquistará estos poderosos deseos pecaminosos. Pudiera ser que usted ya ha tratado y fallado tan frecuentemente y se halle tan cansado de la batalla, que esté listo para darse por vencido. Sin embargo, debería enfocar su fe hacia aquel que tiene el poder de capacitarle para triunfar en su fortaleza. Usted puede participar de la afirmación confiada del apóstol Pablo, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece. " (Fil.4: 13) No importa cuán poderosos e ingobernables sean sus deseos pecaminosos, enfoque su mente sobre la plenitud de gracia en Cristo. Ponga su mente sobre los tesoros de fortaleza, fuerza y ayuda que están en Cristo para su socorro. (Vea Jn.1: 16, Col. 1 : 19.) Permita que tales pensamientos llenen continuamente su mente. Piense en Jesús como aquel que ha sido exaltado como Príncipe y Salvador para dar arrepentimiento a Israel (Hech.S:31). El arrepentimiento que El da incluye la gracia de la mortificación (es decir, incluye el poder para sujetar sus deseos pecaminosos y mortificados). Otra vez, piense en la gracia que Cristo da a los creyentes que permanecen en El (Jn.15: 1-5). Permita que su fe se apoye en pensamientos como los siguientes: "Soy una pobre criatura, débil e inestable". Mis deseos pecaminosos me son demasiado fuertes. Estoy en peligro de ser arruinado por ellos y no sé que hacer. He roto con todas mis resoluciones y promesas de mortificar mis pecados. Yo sé de mi propia experiencia amarga, que no tengo la fortaleza para vencerlos. Puedo ver que si el poder omnipotente de Dios no me ayuda, estaré perdido. Miro al Señor Jesucristo y veo en El una plenitud de gracia y poder para mortificar estos enemigos míos. Veo en Cristo una provisión suficiente para ayudarme a vencer a todos mis enemigos interiores (es decir, mis deseos pecaminosos). Medite en pasajes como Isa.35:1-7 y 40:27-31. Crea con el apóstol Pablo que hay suficiente gracia en El para mortificar todos los deseos pecaminosos. "Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, porque habite en mí la potencia de Cristo. "(2 Corintios 12: 9) Aunque usted no disfrute de la victoria en cada conflicto, continúe confiando en los recursos de Cristo, los cuales le darán la victoria final. b. Anime su corazón a que espere la ayuda de Cristo a través de la fe. Esta instrucción nos lleva a una etapa más avanzada que la primera. Nos conduce del simple creer que Cristo puede ayudamos, a creer que nos ayudará. La fe sigue esperando por una liberación real. La fe espera que el Señor vendrá y ayudará. Aunque parezca que la liberación o la ayuda tarde en llegar, la fe continuará esperando por ella. 2. Algunos pensamientos para promover una fe expectante en su corazón: a. Piense mucho acerca de Cristo como su sumo sacerdote celestial. Piense acerca de su naturaleza tierna, misericordiosa y bondadosa. Asegúrese de que El se compadezca de usted en su angustia. Recuerde que su sumo sacerdote tiene la ternura de una madre hacia su hijo recién nacido. (Vea 62 Isa.66: 13.) Recuerde el gran propósito de Jesús en participar de nuestra naturaleza humana. "Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer á los que son tentados." (Hebreos 2: 17¬18) Eche mano de la promesa maravillosa de Heb.4:15-16, "Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de muestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro". Usted necesita ayuda especial y Dios tiene a su Hijo sentado sobre "un trono de gracia". Dios le invita a acercarse confiadamente al trono de esa gracia para que obtenga misericordia y gracia en el tiempo de la necesidad. b. Piense mucho acerca de la fidelidad de las promesas de Dios. Dios ha hecho muchas promesas en las cuales usted puede confiar. Dios nos dice que su pacto para con nosotros es como el sol, la luna y las estrellas que tienen su curso determinado. (Vea Jeremías 31:35 – 36) Fije su esperanza en las promesas especificas respecto al propósito de la obra de Cristo, por ejemplo: “El salvará a su pueblo de sus pecados" (Mat. 1:21). "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. " (1 Jn.3:8) "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. " (Romanos 6: 14) Esté seguro de que estas promesas no pueden fallar. Usted puede depender de la fidelidad de Dios. c. Medite sobre las ventajas que usted recibirá esperando la ayuda que vendrá de Cristo Jesús. Hay dos ventajas principales: i. Esperando tal ayuda honramos a Cristo por nuestra confianza en El y nuestra dependencia de El. Siempre cuando el creyente honra a Cristo de esta manera, puede estar seguro de que su fe en Cristo no será decepcionada. El Salmista nos dice: "Y en ti confiarán los que conocen tu nombre; Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste á los que te buscaron." (Salmos 9:10) Usted puede estar seguro de que si su confianza es puesta en Cristo, El no le fallará. ii. Si realmente esperamos que esta ayuda vendrá de Cristo, entonces acudiremos a todos los medios que traerán esta ayuda. Si usted fuera un mendigo y creyera que cierto hombre le pudiera ayudar, entonces usted haría todo lo posible para llamar la atención de este hombre hacia su necesidad. Si este hombre le promete ayuda y dice que le ayudará, entonces usted hará lo que él le indique. En la misma manera, usted usará los medios que le darán ayuda: La oración, la meditación en la palabra de Dios, el compañerismo con el pueblo de Dios, etc. d. Enfoque su fe especialmente en la muerte de Cristo. La razón principal para mortificar sus pecados es la muerte De Cristo. El gran propósito de la muerte de Cristo fue para destruir las obras del diablo. "Que se dio á sí mismo por nosotros para redimimos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2: 14) El murió para libramos del poder dominante de nuestros pecados y purificamos de todas las concupiscencias que nos envilecían. Enfoque su fe en Cristo, tal como El es exhibido en el evangelio, como muriendo crucificado por nosotros. Mire hacia El mientras que El ora, sangra y muere bajo la culpa de sus pecados. Por medio de la fe traiga a este salvador crucificado a vivir en su corazón (Ef.3: 17). Por la fe, aplique su sangre a todos sus deseos pecaminosos y haga esto cotidianamente. Segundo, la obra que solamente el Espíritu de Dios puede realizar La obra de mortificar el pecado es posible y puede ser realizada solamente en el poder del Espíritu Santo. A menos que El Espíritu Santo nos fortalezca, trabajaremos en vano. Ahora, consideraremos lo que el Espíritu Santo hace para que nuestra obra de la mortificación tenga éxito: 1. Solamente el Espíritu puede convencerle clara y completamente de la maldad, la culpa y el peligro de sus deseos pecaminosos. Hasta que esta obra sea realizada, usted no podrá hacer ningún avance en la mortificación de sus pecados. Esta es la primera cosa que el Espíritu hace; El convence el alma de toda la maldad, la culpa y el peligro de cada deseo pecaminoso. El Espíritu Santo obra hasta que el corazón confiese su maldad y anhele la liberación. A menos que el Espíritu haga esta gran obra, ninguna de las obras subsecuentes puede ser realizada. 2. Solamente el Espíritu es capaz de revelarle la plenitud de Cristo para suplir su necesidad. Hasta que el Espíritu haga esto, usted no tendrá nada para impedir que su corazón busque un remedio falso para tratar con su pecado, o para impedir que usted sea conducido a la angustia y la desesperación. (Vea 2 Cor.2:7-8.) 3. Solamente el espíritu es capaz de asegurarle que Cristo vendrá para ayudarle y solamente el espíritu le capacitará para esperar pacientemente en fe, hasta que El lo haga. 4. Es por el Espíritu que somos bautizados en la muerte de Cristo. (Es decir, unidos con Cristo en su muerte.) Es el Espíritu quien trajo la cruz (es decir, la obra salvadora de Cristo) de Cristo a su corazón con todo su poder, para matar el pecado. Es solamente El quien continúa aplicando este poderoso remedio a nuestros corazones. 5. El Espíritu es el iniciador y consumador de nuestra santificación. Es el Espíritu Santo quien da nuevos suministros e influencias de gracia para santificarnos y debilitar el poder de nuestros deseos pecaminosos. 6. Es el Espíritu quien continuamente le apoya mientras que usted busca la ayuda de Dios para vencer sus deseos pecaminosos. El es el "Espíritu de suplicación" prometido a todos aquellos que miran a "aquel que traspasaron" (Zac.12: 10). El mismo "intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Rom.8:26).
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