meditaciones
IGLESIA Y FAMILIA
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Regla 8: Medite sobre la excelente majestad de Dios. Esta es la manera para humillarse a sí mismo y ver que tan vil es usted. Cuando Job realmente vio la grandeza y la excelencia de Dios entonces confesó: "De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza." (Job 42:5-6) La Escritura nos muestra muchos ejemplos semejantes de hombres piadosos que fueron grandemente humillados y abrumados cuando Dios les reveló algo de su grandeza y de su excelencia (por ejemplo: Isaías, Pedro y Juan). Si usted toma en serio la forma en que la palabra de Dios compara los hombres de este mundo con "langostas", con "menos que nada" y como "cosa vana" (vea Isa.4:12-25), entonces esto le ayudará mucho a mantenerse humilde. Un espíritu verdaderamente humillado le ayudará mucho en sus esfuerzos para mortificar el pecado. Entre más que medite sobre la grandeza de Dios, más sentirá la vileza de sus deseos pecaminosos. Una cosa que le ayudará a meditar sobre la grandeza de Dios, es sencillamente reconociendo ¡qué tan poco sabe usted de El! Usted puede saber lo suficiente de Dios para mantenerse humilde, pero cuando usted hace un recuento, resulta que usted sabe todavía muy poco acerca de El. Esto es lo que le hizo a Agur (el "autor humano" de Prov.30: 1-4) darse cuenta cuán "ignorante" era de Dios. Entre más que usted se percate de qué tan poco conoce a Dios, más humillado será el orgullo de su corazón. Comience pensando acerca de su ignorancia de Dios, fijándose en cuán ignorantes son aún los hombres más piadosos en su conocimiento de El. Piense acerca de Moisés quien rogaba a Dios que le "mostrará su gloria" (Ex.33:18). Dios le mostró algunas de las cosas más gloriosas acerca de sí mismo (vea EX.34:5-7), pero estas cosas eran tan solo "las espaldas" de El y Dios le dijo: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá." (Ex.33:20) Algunas personas pudieran pensar que desde que Cristo Jesús vino, nuestro conocimiento de Dios ha crecido mucho más que el que tuvo Moisés. Hay algo de verdad en esto, pero es igualmente cierto, que a pesar de la revelación de Dios en Cristo Jesús, los creyentes más piadosos solamente ven "las espaldas" de Dios. El apóstol Pablo, quien probablemente vio la gloria de Dios más claramente que ninguno (vea 2 Cor.3: 18), solamente pudo ver a través de un espejo (l Cor.13: 12). Pablo compara todo su conocimiento de aquel instante, con el tipo de conocimiento que tenía cuando era un niño. Usted pudiera amar, honrar, creer y obedecer a su Padre celestial y El aceptará sus pensamientos infantiles; porque esto es lo que son, pensamientos infantiles. No importa cuánto hayamos aprendido de El, aún todavía conocemos muy poco. Algún día conoceremos mucho más de lo que podríamos conocer ahora, pero en el presente, aún aquellos que ven más claramente la gloria de Dios, solamente ven en forma borrosa aquella gloria. Cuando la reina de Seba, quien había escuchado mucho acerca de la grandeza del rey Salomón, por fin vio esta grandeza con sus propios ojos y se vio obligada a confesar: "Ni aún se me dijo la mitad." (1 Rey. 10:7) Quizás imaginemos que nuestro conocimiento de Dios es bueno, pero cuando seamos llevados a su presencia, entonces clamaremos: "Nunca le conocimos tal como es, ni siquiera una milésima parte de su gloria, perfección y bienaventuranza habían entrado en nuestros corazones." Muchas de las cosas que creemos acerca de Dios son ciertas; el problema es que no podemos entenderlas completamente. No podemos comprender del todo a un Dios "invisible". Por ejemplo, ¿Quién puede entender la descripción que nos es dada en 1 Tim.6:l6, "el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver"? La gloria de Dios es tan grande que ninguna criatura puede mirarla y vivir. Dios se describe a sí mismo en estas maneras para ayudamos a ver cuán diferente es de nosotros, y para mostrarnos lo poco que conocemos acerca de El, como realmente es. Piense en la eternidad de Dios: Un Dios que no tuvo principio y que no tendrá fin. Podemos creer esto pero ¿quién puede realmente entender la eternidad? Lo misma es cierto en cuanto al misterio de la Trinidad. ¿Cómo puede Dios ser uno y a la vez tres; un solo Dios y sin embargo tres personas distintas en la misma esencia? Nadie puede entender esto. Esta es la razón por la cual muchos rehúsan creerla. Por la fe podemos creer el misterio de le. Trinidad, pero ningún creyente realmente lo entiende. No solamente entendemos muy poco acerca del ser de Dios, sino también entendemos muy poco de sus caminos. Dios dice: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos." (Isaías 55:8-9) El apóstol Pablo escribe algo muy parecido en Romanos: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33) Aunque en ocasiones el Señor nos enseña las razones de las cosas que El hace, hay muchas otras ocasiones cuando simplemente no podemos entender sus caminos. Al enfatizar cuán poco el creyente conoce de Dios, no estamos sugiriendo que sea imposible conocerlo. Tampoco estamos subestimando la revelación tremenda que Dios ha dado a través de su Hijo. En muchas diferentes maneras Dios ha revelado muchísimo acerca de sí misma. El punto que estamos enfatizando es simplemente que somos incapaces de entender plenamente aún lo que Dios ha revelado. Debemos estar agradecidos por todo lo que sabemos de Dios, pero entre más que sabemos, más nos sentimos humillados por lo poco que realmente sabemos. Hay dos cosas que nunca debemos olvidar Primero, nunca debemos olvidar el propósito que Dios tiene de revelarse a sí mismo. No es para descubrir su gloria esencial de modo que le veamos tal como es. Más bien, El simplemente revela suficiente conocimiento de sí mismo para que tengamos fe en El, y para que confiemos, le amemos y le obedezcamos. Este es todo el conocimiento necesario y suficiente para nosotros en este estado presente. Sin embargo, en el estado futuro. El hará una revelación nueva de sí mismo y entonces, todo lo que sabemos ahora nos parecerá como la sombra de aquella nueva revelación. Segundo, nunca debemos olvidar cuán insensibles y lentos de corazón somos para recibir todo lo que la palabra de Dios quiere enseñamos acerca de El. A pesar de la clara revelación que Dios nos ha dado, todavía sabemos muy poco de ella. Mientras que usted piense acerca de la grandeza de Dios y cuán poco usted conoce de El, ore para que éste sea un medio para humillarle. Quiera Dios llenar continuamente su alma con un santo temor de El, para que los deseos pecaminosos nunca puedan prosperar y florecer en su alma.
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