Como en cada una de las secciones anteriores, así también aquí volvemos al principio de nuestra dispensación actual para recorrer de nuevo el mismo terreno. En cada visión hacemos un viaje que nos lleva a través del curso entero de esta era, desde la primera hasta la segunda venida de Cristo. Por medio de un simbolismo indudable, el vidente nos trasporta hasta el momento del nacimiento y de la ascensión de Cristo (12:1-5). No se termina la visión hasta que vemos a «uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, yen la mano una hoz aguda» (14:14-20). Ha llegado de nuevo el día del juicio. Sin embargo, como ya hemos indicado, el capítulo 12 es el principio no solamente de otra sección menor, a saber, la cuarta, sino también de la segunda división principal del libro. Esta división principal abarca los capítulos 12-22, y constituye una unidad. Los caracteres principales que surgen en oposición a Cristo y a su iglesia los vemos introducidos en los capítulos 12-14. Estos son: El dragón, la bestia que sube de la mar, la bestia que sube de la tierra, Babilonia y los hombres que tienen la marca de la bestia. Las visiones que siguen nos muestran lo que sucedió a cada una de estas fuerzas anticristianas: a los que tienen la marca de la bestia (capítulos 15,16), a Babilonia, la ramera y a las dos bestias (capítulos 17-19); y finalmente al dragón (capítulos 20-22). Es claro, por tanto, que el tema central de la primera división principal (capítulos 1-11) continúa en la segunda. Como ya se ha indicado, este tema es la victoria del Cristo y de su iglesia sobre el dragón y sus seguidores.
Sin embargo, aunque la primera división principal describe el conflicto exterior entre la iglesia y el mundo, la segunda parte del libro manifiesta el trasfondo más profundo. Vemos ahora más claramente que lo que se vio en la división anterior, que el conflicto entre la iglesia y el mundo es solamente la manifestación exterior de la guerra entre el Cristo y Satanás (el dragón). Observe que el capítulo 12 nos da primero una imagen del dragón esforzándose por destruir al Cristo (versículos 1-12). Frustrado en su intento, persigue a la mujer debido a que ella había dado a luz al Cristo (vv. 13-17a). Al no lograr su cometido, hace guerra contra el resto de su simiente (v. 17b).
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