1 1 Pablo, un siervo de Cristo Jesús, un apóstol llamado, apartado para el evangelio de Dios, Saludo 1:1
Pablo, un siervo de Cristo Jesús, un apóstol llamado, apartado para el evangelio de Dios. Este es el comienzo del más extenso saludo inicial de Pablo. A suerte de comparación, nótese la siguiente lista que indica, en orden ascendente, el número de palabras que cada saludo tiene en el idioma original: 1 Tesalonicenses 19 2 Tesalonicenses 27 Colosenses 28 Efesios 28 (o 30) 2 Timoteo 29, Filipenses 32 ,1 Timoteo 32 ,2 Corintios 41, Filemón 41, 1 Corintios 55, Tito 65 12 O: según. 13 O: basada en la fe; o: que surge de la fe. 30 Gálatas 75 Romanos 93 . Tal como en la epístola a Tito, Pablo se presenta aquí en Romanos como un doulos (pl. douloi, en Fil. 1:1) de Cristo Jesús. Como equivalente de doulos algunos prefieren y otros aun insisten en—esclavo. Debemos reconocer que ciertos rasgos inherentes a la condición de esclavo, tales como la de la absoluta sumisión a su amo y su total dependencia de él, como también el derecho de propiedad del amo y su autoridad sin restricción sobre el esclavo, pueden ser aplicados, aunque en un sentido mucho más exaltado, a la relación entre Cristo y los creyentes.
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¿Tiene Romanos un tema?
Si por “tema” queremos decir un asunto del cual el escritor nunca se desvía, la respuesta es No. Esta carta toca una variedad de asuntos: el deseo de Pablo de visitar Roma (1:10), la ira de Dios (1:18), Adán versus Cristo (5:12–21), el antinomianismo (6:1), la lucha del alma (7:15–24), el sufrimiento presente contrastado con la gloria futura (8:18), Israel (cap. 9–11), el amor (12:9), los impuestos (13:6), el vegetarianismo (14:2), el fuerte y el débil (14:1; 15:1), la filantropía (15:25–27), España (15:28), Febe (16:1), Satanás (16:20). Respecto a este tema hay considerable diferencia de opinión. Mucho se ha escrito al respecto, especialmente en los años recientes. Como indicamos anteriormente, Pablo había alcanzado el fin de su obra misionera en la parte oriental del Imperio Romano. El había “plantado” (1 Co. 3:6) el evangelio en los grandes centros (y además como Antioquía de Siria, Filipos, Corinto, Efeso y la palabra del Señor se difundía ampliamente (cf. Hch. 19:20, 26; Ap. 1:4, 11). En realidad, Pablo mismo había proclamado las buenas nuevas de salvación desde Jerusalén hasta lo que hoy en día es Yugoeslavia y Albania (Ro. 15:19). El evangelio hasta había llegado a Roma, aunque Pablo mismo nunca había visitado esta ciudad. El tenía, sin embargo, muchos amigos allí, íntimos conocidos a quienes amaba mucho. Así que ahora él confía en que el anhelo que ha abrigado durante muchos años, a saber, de ir a Roma (Ro. 15:23; cf. 1:10, 11; Hch. 19:21) pudiera al fin ser satisfecho. El se da cuenta, sin embargo, que no puede navegar inmediatamente hacia Roma por la ruta del Golfo de Corinto y del Mar Jónico, ya que ha estado conduciendo una campaña a beneficio de los empobrecidos santos en Jerusalén. William Hendriksen nos habla de los destinatarios bajo este encabezamiento, y se intentará contestar dos preguntas:
¿Cómo se originó la iglesia de Roma? ¿Qué grupo predominaba numéricamente: el de los judíos o el de los gentiles? Durante el ministerio terrenal de Cristo (26–30 d.C.) la gente fue llevada le la oscuridad a la luz (Jn. 3:26; 12:19); sin embargo, no todos los “seguidores” poseían una “fe salvadora” (Mt. 13:1–7, 18–22; Jn. 6:66), aunque algunos sí la tenían (Mt. 13:8, 23; Lc. 12:32; Jn. 17:6–8). Incluidos en el grupo de los que eran creyentes genuinos había no solamente judíos (Mt. 19:28) sino también gentiles (Mt. 8:10, 11; cf. 21:41) y samaritanos (Jn. 4). Además, en el día de Pentecostés y después el número de los discípulos creció a pasos agigantados (Hch. 2:41; 4:4). Comunicación primitiva La actividad del evangelio se reanudó en Samaria. Filistia y probablemente Etiopía oyeron el mensaje (Hch. 8). Lo que estaba sucediendo en todas estas regiones no fue pasado por alto en otras partes, porque si bien los modernos métodos de comunicación—radio, televisión, teléfono, etc.—no existían, la gente viajaba extensamente, manteniéndose así informados unos a otros sobre sucesos de todas las partes del Imperio Romano. Los siguientes datos apuntan hacia Corinto como el lugar donde el apóstol compuso la epístola a los romanos:
1. El encomienda a la iglesia a Febe, a quien llama “una servidora de la iglesia de Cencrea”. Ahora bien, Cencrea era el puerto oriental de Corinto, Generalmente se supone, y es probable que esto sea correcto, que Febe llevaba la carta de Pablo a su destino. 2. El llama a Gayo su “hospedador”. Esta persona bien puede haber sido aquella cuyo nombre es mencionado en 1 Co. 1:14, donde el apóstol informa a los corintios que él había bautizado a este miembro de su congregación. En Ro. 16:23 Gayo envía saludos. Aplicabilidad:
Siempre y en todo lugar Un Señor para todos La iglesia en Roma estaba formada por judíos y gentiles. ¿Cuál grupo predominaba? . Existía el peligro de que un grupo mirase al otro con desdén: los judíos a los gentiles (2:1s), los gentiles a los judíos (11:18). Pablo, en consecuencia, destaca que “no hay distinción entre griego y judío, porque el mismo Señor es Señor de todos” (10:12). También hoy es necesario que se subraye esta verdad ya que, en un sentido, el hecho de que “ante Dios todos los hombres son iguales”, no es de ningún modo reconocido universalmente. Ni siquiera la iglesia, triste es decirlo, ha tomado siempre en serio las plenas implicaciones de este principio. La gente a la que se dirige esta epístola estaba también expuesta a otro mal, a saber, la herejía de inferir que, visto que la salvación no depende de la obras sino que descansa totalmente en la gracia, por eso el hacer buenas obras es innecesario; en realidad, hasta podría llegar a ser un obstáculo para un desarrollo espiritual pleno. Si la salvación es el producto de la gracia, ¿por qué no, por medio de una vida de pecado, ofrecer a la gracia un amplio campo para operar? ¿Por qué no “continuar en pecado para que abunde la gracia” |
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