Dos veces hemos contemplado con admiración cómo fue desarrollándose el panorama de la historia de la iglesia. Vimos los candeleros y en medio de ellos al Hijo del Hombre. Oímos su voz amonestar con ternura, reprobar encarecidamente y prometer con generosidad. Al leer las siete bellísimas epístolas, parecía como si el Señor estuviera acercándose cada vez más a nosotros hasta que le vimos llamar a la puerta misma.
Luego, cuando estábamos anhelando el pleno cumplimiento de su promesa de entrar y cenar con nosotros, cesó la visión, pero su impresión sobre nuestra alma es indeleble. Através de nuestras lágrimas amargas, vemos a nuestro Salvador muy cerca de nosotros, lleno de un tierno amor y de ese poder sustentador. Lo vemos como la luz del mundo. Esa luz está resplandeciendo por medio de nosotros: las iglesias son los candeleros (véanse los capítulos 1-3).
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INTRODUCCIÓN DE UN HECHO REAL
Su nombre es Andrea, bueno, ese no es su nombre real. Es el nombre que usa para esconderse de sus amigos y familiares que trataron de matarla porque cree en Jesús. Sofía viene de un pasado en donde creer en Jesús algunas veces trae persecución. Esto es cierto hoy día en muchas partes del mundo, y también fue cierto en el primer siglo. En los días del apóstol Juan, los judíos creyentes eran echados fuera de las sinagogas por creer que Jesús era el cumplimiento de las antiguas promesas de Dios a sus antepasados. Fueron aislados de sus familias, de su historia y de su religión. Juan escribió para asegurarles a estos creyentes perseguidos que Jesús realmente es el Cristo, el Hijo de Dios. Él quería asegurarse que aun en las circunstancias más duras, se mantendrían fieles a Jesús y disfrutarían vida abundante en él. SERIE Los Evangelios. En esta serie, exploraremos el cuarto evangelio de la Biblia que nos cuenta como Jesús trajo el reino y la gloria de Dios a la historia de la tierra. Esta lección se titula "El Evangelio Según San Juan." Estudiaremos el evangelio de Juan de manera que nos ayude, a leerlo con un mayor entendimiento, a amar a Dios más profundamente, y a disfrutar nuestras vidas en Cristo más plenamente. 3 maneras de estudio: Primero, consideraremos el trasfondo del evangelio de Juan. Segundo, exploraremos su estructura y contenido. Tercero, observaremos los temas principales del mismo evangelio. Comencemos estudiando el trasfondo del evangelio de Juan.
«y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos».
A la mano derecha del Padre se encuentra un rollo (véase 6:14), el cual representa el plan eterno de Dios, su decreto que es exhaustivo y completo. Simboliza el propósito de Dios respecto al universo entero a lo largo de toda la historia, y respecto a toda criatura de todos los tiempos y hasta toda la eternidad. ¡Por tanto, está escrito por dentro y por fuera! Este rollo es descrito aquí como sellado con siete sellos. Es probable que estos sellos estuvieran colocados en fila por fuera del rollo. Vistos así sellaban el contenido del rollo. Y El significado es este: El rollo sellado indica el plan no revelado y no cumplido de Dios. Si permanece sellado ese rollo, pues los propósitos de Dios no serán realizados, no se llevará a cabo su plan. Abrir aquel rollo, desatando sus sellos, significa no solamente revelar el plan de Dios, sino llevarlo a cabo. Por tanto, un fuerte ángel proclama en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?»
Alrededor del trono central Juan ve veinticuatro tronos, y sentados sobre estos tronos veinticuatro ancianos que probablemente representan a la iglesia entera de la antigua y de la nueva dispensación. Piense usted en los doce patriarcas y los doce apóstoles (cotéjese Ap. 21:12-14). Están vestidos de ropas de santidad, y tienen sobre sus cabezas coronas de oro de victoria.
Se menciona primero a estos veinticuatro ancianos por la sencilla razón de que son primeros en importancia y en gloria entre todas las criaturas que están en el cielo (Gn. 1:26; Heb. 2:8). Sin embargo, no debemos olvidar que la verdadera razón porque se mencionan aquí estos veinticuatro tronos con sus ocupantes es con el fin de acrecentar la gloria del trono que está en el centro. Ese trono representa la soberanía de Dios. Los veinticuatro ancianos están constantemente dando homenaje al Ser sentado sobre el trono. ¡Cuan grande es el trono! ¿A quién adoran estos ancianos? ¿Solamente al Padre? No, adoran al Trino Dios. Como en 1:4, 5, así también aquí tenemos una descripción de la Trinidad en términos del simbolismo del templo. El Padre está sentado sobre el trono del cual salen relámpagos, y truenos, y voces. Él está representado aquí como habitando en el lugar santísimo celestial. Siempre que en la historia la iglesia es fiel a su llamado y da testimonio de la verdad, es seguro que la tribulación ocurrirá. Además de esto, la iglesia está en el mundo y, por tanto, sufre juntamente con el mundo. Los hijos de Dios no se escapan de los horrores de la guerra, del hambre y de la pestilencia. La iglesia necesita estas tribulaciones. Necesita de ambos, del antagonismo directo del mundo y de la participación en las angustias comunes que pertenecen a esta vida terrenal producto del pecado. La iglesia también es pecaminosa. Necesita una constante purificación y santificación. Por tanto, estas tribulaciones son empleadas por nuestro Señor como sus instrumentos para nuestro propio avance espiritual.
Vemos solamente el estrado de Dios. ¡No olvidemos su trono! Decimos que a los que a Dios aman todas las cosas les ayudan a bien, pero ¿Io creemos realmente? Con frecuencia hablamos y actuamos como si el control de los eventos y el destino del mundo estuvieran en manos de humanos en lugar de las manos de Dios. Pero los capítulos 4 y 5 nos enseñan que nuestro destino no está en las manos de los hombres sino de Dios y nos da una visión del trono que gobierna el universo. En medio de las pruebas y la tribulación, fijemos la mirada en aquel que es el Rey de reyes y Señor de señores. El Apocalipsis es una obra de arte, arte maravilloso, arte divino. Por medio de bandas sutiles se unen sus distintas partes. No podemos entender los capítulos 2 y 3 a menos que hayamos leído antes el capítulo.
1. y los capítulos 2 y 3, a su vez, forman el escenario, por decirlo así, de las secciones posteriores del libro. Las promesas que se encuentran en estos dos capítulos se repiten y explican más a fondo en los pasajes subsiguientes. ¿Quiere saber el significado de las palabras: «Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios»? Lea, entonces, Apocalipsis 22:2, 14, 19. ¿Busca una definición de «la muerte segunda» en vista de la gloriosa promesa: «El que venciere, no recibirá daño de la muerte segunda»? Apocalipsis 20:14 A. la introducción (versículos 1-3)
El primer capítulo del Apocalipsis consta de siete partes que son fácilmente reconocidas. La introducción incluye los primeros tres versículos. Contiene el título del libro, una declaración de su origen, y la primera bienaventuranza. El título del libro es: «La revelación de Jesucristo». Es una revelación o descubrimiento del plan de Dios respecto a la historia del mundo, especialmente respecto a la historia de la iglesia. Por tanto, es una comunicación directa de Dios y no se deriva de ninguna fuente humana. 1 Se llama La revelación de Jesucristo, porque Jesucristo se la mostró a Juan y por medio de él a la iglesia. Note usted los diversos eslabones en la cadena tanto de origen como de comunicación. Primero, Dios. Leemos: «que Dios le dio». 2 Dios fue quien exaltó altamente al Mediador y le encomendó el gobierno del mundo para el beneficio de la iglesia (1 Co. 15:24-28; Fil. 2:9). También Dios dio al Mediador el plan para la historia del mundo y de la iglesia (Ap. 5:1, 7). Dios le dio este plan para que lo manifestara, en sus principios generales, a sus siervos. Este plan se relaciona con las cosas que deben suceder pronto. Empiezan a suceder inmediatamente. El libro del Apocalipsis revela una armoniosa unidad interior. Nos instruye acerca de los principios de la conducta humana y del gobierno moral divino. Estos principios se dejan ver siempre y por todas partes. En consecuencia, este libro es tan relevante hoy día como lo era en el año 1000, y lo continuará siendo en el futuro.
Es aplicable a las condiciones en las iglesias de Europa, de América, de Asia y de todos los continentes. Dondequiera que haya una iglesia, ésta es un candelero, una portadora de luz, de modo que vemos resplandecer en medio de las tinieblas la luz de Cristo (capítulos 1-3). Dondequiera que esta luz resplandezca, el mundo aborrece a la iglesia, las tinieblas se rehúsan a ser conquistadas por la luz, y como consecuencia ocurren toda clase de persecuciones y aflicciones (capítulos 4-7). Sin embargo, estas aflicciones son dirigidas para el provecho de la iglesia. El trono está siempre en el cielo, no en la tierra. Los creyentes son siempre victoriosos. Salen de la tribulación, la gran tribulación. Dondequiera y siempre que la iglesia sea perseguida, el Señor oye y contesta las oraciones de sus hijos perseguidos. Al ver la sangre de los santos mártires, las trompetas de juicio advierten a los malvados (capítulos 8-11). Este conflicto exterior entre la iglesia y el mundo indica siempre un conflicto más profundo entre Cristo y el dragón (capítulos 12-14). El juicio contra los perseguidores
Pero, ¿qué de los perseguidores? ¿Escapan sanos y salvos? ¿No será vindicada la iglesia? Nuestro Dios ve las lágrimas de sus hijos perseguidos. Sus oraciones, olor fragrante por la intercesión de Cristo, ascienden al cielo. El Señor contesta. El incensario es llenado con el fuego del altar y este fuego es arrojado a la tierra (8:5). «y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto». En otras palabras, en respuesta a las oraciones de sus hijos perseguidos, Dios está enviando constantemente sobre el mundo sus juicios. Por esta razón el séptimo sello introduce de inmediato a las trompetas del juicio. Los sellos de aflicción y persecución hacen necesarias las trompetas de juicio. Es necesario que la injusticia sea vengada. Así, esta sección acerca de las trompetas de juicio nos enseña que por medio de las plagas sobre la tierra (8:7), el mar (8:8), los ríos (8:10), el sol, la luna, y las estrellas, (8:12), las influencias inicuas de los demonios (9:3, 11), el campo de batalla (9:16), y la expectativa terrible del juicio final (11:15), nuestro Redentor resucitado y exaltado está constantemente vindicando a su iglesia y enviando juicios sobre los perseguidores. Pero, el propósito de Dios al enviar estos juicios, aunque severos, es el de amonestar; no son los juicios finales. Destruyen solamente a la tercera parte. Por medio de ellos, Dios llama al arrepentimiento. La función de las trompetas es la de advertir. Habiendo presentado nuestro análisis del libro de Apocalipsis, ahora contestaremos a los autores que afirman que el libro es una mezcolanza de fantasías; que el Apocalipsis no es ni siquiera un libro, sino la compilación de varios fragmentos de otros libros. ¡Por el contrario! Lejos de ser una mezcolanza, este libro revela un arreglo muy organizado y sistemático.
Las dos divisiones principales se complementan mutuamente. Pertenecen a la misma unidad. Las siete secciones revelan una unidad muy gloriosa. La transición de visión a visión se hace con facilidad, y ver esto es entender el libro. No verlo así es privarse de su significado profundo. Con la Biblia abierta y a la mano, repasemos de nuevo el libro. En lugar de determinar la división del texto, ahora preguntemos ¿Cuál es el significado del libro entero? ¿Cómo están relacionadas entre sí sus distintas partes? |
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