En la tercera imagen simbólica el dragón, habiendo sido arrojado a la tierra, persigue a la mujer porque dio a luz al hijo varón. ¡Por tanto, su esfuerzo por destruir a la mujer es en realidad otro aspecto de su ira contra su hijo!
Tengamos cuidado de notar este punto. La mujer recibe dos alas como de un gran águila (Éx. 19:4; Dt. 32:11; Is. 40:31) y vuela al desierto. En aquel desierto, Dios tiene preparado para ella un lugar (v. 6) donde es mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo, es decir, por mil doscientos sesenta días (v. 6). Ella reside en este lugar «lejos de la presencia de la serpiente». El dragón, no estando listo todavía para darse por vencido, arroja de su boca tras ella agua como un río, a fin de que sea arrastrada por la corriente, pero la tierra traga el río. En consecuencia, el dragón se pone furioso y se llena de ira contra la mujer. Aunque ha fracasado no solamente en su esfuerzo por destruir al niño, sino también en su ataque contra la mujer, se escabulle para hacer guerra contra el residuo de la simiente de ella, es decir, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.
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Enero 2021
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