El quinto ángel toca la trompeta.
Juan ve una estrella que ha caído del cielo a la tierra. Véase Lucas 10:18: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo». Esa es la condición actual de Satanás; habiéndose rebelado contra Dios, perdió su santidad, su posición en el cielo y su esplendor. En la visión, el apóstol observa ahora que el príncipe de las tinieblas recibe la llave del pozo del abismo. En otras palabras, recibe poder para abrir el abismo y dejar salir los demonios. El abismo indica el infierno antes del juicio final (Lc. 8:31; Ap. 20:1, 3). Después del juicio, el infierno recibe el nombre de «el lago de fuego» (Ap. 20:14, 15). Cuando leemos que Satanás abre el pozo del abismo, quiere decir que incita a la maldad; llena el mundo de demonios y de sus influencias y operaciones inicuas. Por tanto, Juan ve que al ser abierto el pozo, suben inmediatamente del abismo columnas de humo sucio y negro, semejante al de una grande chimenea. Es el humo de la decepción y del error, del pecado y la tristeza, de la oscuridad y la degradación moral que sube constantemente del infierno. Tan espeso y lóbrego es aquel humo que son entenebrecidos el sol y el aire. Al diablo «se le da» el poder de efectuar todo esto, es decir, por el decreto permisivo de Dios no se le impide el desarrollo de sus propósitos inicuos en el corazón de los hijos de los hombres, una iniquidad de la cual él -no Dios- es responsable. Que tengamos presente que esto también es una de las trompetas: Dios usa aún la obra del diablo como un castigo y una admonición a los malos, una admonición dada con el fin de que se arrepientan (9:21).
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Enero 2021
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