Esta ciudad estaba situada cerca de aguas termales. Emitir de la boca agua tibia era un símbolo que los habitantes de esta ciudad podían entender fácilmente. Aquí se levantó una escuela famosa de medicina. Entre otras cosas producía un remedio para los de vista débil. En esta ciudad se tejían varias vestiduras de la negra y suave lana de las ovejas del valle. Pero Laodicea era especialmente famosa a causa de sus riquezas. Situada en la confluencia de tres grandes caminos -véase un mapa- crecía rápidamente y llegó a ser un gran centro comercial y financiero. Era el hogar de los millonarios. Había, por supuesto, teatros, un estadio y un gimnasio equipado con baños.
Era una ciudad de banqueros y de operaciones financieras. Tan rica era esta ciudad que sus habitantes rechazaron el auxilio del gobierno cuando el lugar fue destruido parcialmente por un terremoto. Los habitantes de Laodicea eran ricos y lo sabían. Eran intolerables. Aun las gentes de la iglesia manifestaban esta misma actitud orgullosa, obstinada y vanidosa. Quizá imaginaban que sus riquezas eran una señal del favor especial de Dios. Pero sea como fuere, empezaron a pensar que eran «los únicos». Se habían empapado en el espíritu que caracterizaba a la ciudad entera. Se jactaban de sus riquezas espirituales.
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Enero 2021
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