Esta ciudad estaba situada en un valle, en una carretera importante. Recibió su nombre de parte de Attalus I1, 159-138 a.C., cuya lealtad a su hermano Eumenes le ganó el epíteto de «amador fraternal». Fue fundada con el propósito de hacerla un centro para el desarrollo del idioma y las costumbres griegas en Lidia y en Frigia. Por tanto, desde el principio fue una ciudad misionera y de grande éxito en su propósito.
A esta iglesia Cristo se dirige, designándose a sí mismo como el Santo y el Verdadero. Por tanto, las pretensiones de los falsos judíos es decir de los judíos incrédulos no le agradan. Sólo Cristo tiene «la llave de David», esto es, el poder y la autoridad más altos en el reino de Dios (cotéjense Is. 22:22; Mt. 16:19; 28:18; Ap. 5:5). Cristo sabe que aunque esta iglesia tiene solamente un poco de poder, siendo numéricamente pequeña y con pocas riquezas, se ha mantenido leal al evangelio y no ha negado el nombre de su Señor. «He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar». La puerta abierta significa, primero, una maravillosa oportunidad de predicar el evangelio, y segundo, la operación de la gracia de Dios, creando oídos dispuestos a escuchar y corazones ansiosos de recibir (cotéjense 2 Ca. 2:12; Col. 4:3; Hch. 14:27). La iglesia de Filadelfia, aunque insignificante a los ojos humanos, era grande a los ojos de Dios. A pesar de los mofadores y acusadores judíos, había «guardado la palabra de la paciencia de Cristo», que probablemente significa el evangelio de la cruz, en el cual se exponen los padecimientos que Cristo sobrellevó con tanta paciencia.
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Enero 2021
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