Las plagas finales de Dios son completamente justas. En verdad su justicia es tan transparente, que la iglesia triunfante alabará a Dios por causa de los castigos justos que ha infligido sobre los impenitentes. Ahora, el apóstol deja a la multitud triunfante del futuro y vuelve a la dispensación actual. ¿Qué ve? Se abre el santuario del tabernáculo del testimonio. Éste es el santuario que contiene el arca del pacto, y esa arca contiene «el testimonio», (Éx. 25:16, 21). Se abre ahora este santuario para que podamos entender que la ira que está por revelarse es la ira de Dios. Los siete ángeles salen del santuario. Estos ángeles están vestidos de lino puro y resplandeciente y ceñidos alrededor de los pechos con bandas de oro. Uno de los cuatro querubines (Ap. 4:6) pone en las manos de cada uno de estos siete ángeles una copa.
Estas copas son de oro, porque son usadas en el servicio de Dios. Están llenas, para indicar la dureza y el carácter completo de la ira de Dios. Es una ira eterna porque procede del Dios que vive para siempre jamás. El santuario se llena de humo, símbolo de la operación completa y perfecta de la ira santa de Dios (Is. 6:4; Sal. 18:8). Y nadie puede entrar en el templo, hasta que sean consumadas las siete plagas de los siete ángeles, es decir, ya no es posible la intercesión. Dios ha encerrado con ira sus piedades (Sal. 77:9).
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Enero 2021
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